Nuestros Viajes

Una pequeña isla, Koh Lipe

En barco de nuevo.

Llevamos tanto tiempo en el mar que nos van a salir branquias.

Se nos hizo eterno, un barco lento, hasta las medusas nos adelantaban y encima hizo cuatro paradas y en la última tuvimos que bajar y coger otro…aún más lento, o esa era la impresión que nos daba.

Todo era mar e islotes a la lejanía pero ninguno se acercaba.

Hasta que de repente, una isla bastante grande se levantaba ante nosotros, la bordeamos y detrás de ella encontramos una isla muy pequeña, Koh Lipe. Paramos a cien metros de la costa, no había puerto alguno, sino una larga playa desde la que salían los botes hacia nuestro barco para recogernos. Bote que tuvimos que pagar si queríamos ir a Koh Lipe.

Saltamos a la arena y bajamos las pesadas mochilas sin que tocaran el agua (aún me pregunto como lo conseguimos).

Koh Lipe es una isla que no tiene gran cosa salvo sus fondos marinos, sus puestas de sol y sus tranquilas noches. Según entras en la calle principal y la única, hay un cartel enorme que te da la bienvenida y en el que dice: “No está permitido andar por las calles desde de las doce hasta la seis de la mañana”.

Para variar no llevábamos ningún alojamiento mirado, así que nos tocó patear hasta que encontráramos uno de nuestro agrado, barato pero sin ratas. No hubo suerte y al tercer hotel, con ese sol sobre los hombros y las mochilas sobre las cabezas… o más bien al revés, escogimos otro bungalow pero en el que nos cercioramos de que todo estaba bien puesto. Seguidamente salimos a dar una vuelta. Cogimos la calle principal y empezamos a andar entre las tiendas y fue entonces cuando dijo Tania: “Mira Juanín, ¡Jamón Serrano y Spanish Tapas!”. Aquellas palabras fueron como un oasis en el desierto, como música celestial para mis oídos. Entraron por mi oreja derecha y estuvieron rebotando dentro de mi cabeza hasta que mi cerebro evocó el recuerdo del sabor, haciéndolo presente en mis papilas gustativas. Las glándulas salivales empezaron a trabajar llenando mi boca, hasta que brotó de entre la comisura de mis labios un fino hilo de baba que me relamí para evitar que el sabor se escapara. Ni siquiera tragué, quería aguantarlo lo máximo posible. Pero no me quedaba otra, tenía que preguntar: “¿Jamón Serrano? ¿Dónde, dónde, DÓNDE?”, dije mirando a todos los lados posibles y moviendo los ojos como Marujita Díaz. “¡Aquí, aquí AQUÍ!”, respondióme una voz de varón con un perfecto acento castellano, pues Tania no pudo contestar porque estaba quitándose de la cara toda esa saliva que salió a modo de aspersor. Mi interlocutor se llamaba Jamón Serrano y era natural de Tortilla de Patata y una colleja de Tania me puso el cerebro en su sitio (menos mal que está Tania para hacerme regresar a la realidad). La verdad es que no recuerdo el nombre del dueño de ese restaurante de comida española, pero llevaba ya tiempo con él, unos dos años. Estuvimos hablando un poco de la isla, del viaje y quedamos en que nos veríamos esa noche, pues en ese momento la cocina estaba cerrada.

Continuamos la marcha, pasamos por un punto curioso donde una múltiple señal indicaba varios lugares del mundo, su dirección y la distancia a la que estaban.

Sin apenas darnos cuenta, cruzamos la isla de oeste a este. Nos encontramos en “The Sunrise Beach” y lo que teníamos ante nosotros era algo inconcebible, aguas aún más limpias, más turquesas, más mansas, más… más… más de todo y mira que hemos visto, pero es que esta se lleva la palma.

La playa se extendía y al final giraba a la izquierda y nos intrigó saber con qué nos encontraríamos al llegar, si continuaba la playa o si nos toparíamos con rocas.

Así que seguimos en esa dirección, hacia el norte.

Nos mojamos los pies (no llevábamos bikini ni bañador para bañarnos), hicimos fotos y llegando a la curva que nos llevaba al oeste se nos iluminó la cara de un rojo anaranjado.

Continuamos por la orilla hasta ver cómo el sol se iba ocultando tras las nubes, cómo volvía a asomarse y cómo volvía a esconderse.

Cómo por unos segundos nos mostraba su perfecta esfera y acto seguido volvía a ocultarse tímidamente ante la atenta mirada de los allí presentes. Poco a poco y cada vez más rojo, desaparecía tras el horizonte, pero dejándonos aún tiempo para disfrutar de sus últimos rayos de luz y de la paleta de colores que dibujaba en el cielo.

Con la noche asomando, volvimos sobre nuestros pasos. Caminando por la orilla nos encontramos con unos argentinos con los que habíamos coincidido en Koh Tao y que habíamos visto en el barco de ida a Lipe. Estaban por ahí para bucear pues habían oído que era un paraje increíble, lo que nos dió mucha rabia pues aún seguía con el oído tocado. Cosa normal porque el reposo acuático…ha brillado por su ausencia. Pero ¿quién no va a meterse en esas aguas? De todas formas cuando nos alejemos de la costa ya haré dicho reposo.

Nos sentamos en una mesa de la Spanish Tapas, deseosos de comer un poco de todo (o mejor todo de todo), pero se nos quitó el hambre en cuanto vimos los precios y para colmo no les quedaba tortilla de patatas, ¿qué restaurante de comida española por muy lejos que esté del origen no tiene o no le queda tortilla de patata? Bueno, como en un principio, antes de ver los precios, habíamos pensado venir otro día pues pensamos dejar lo mejor para el final así pues pedimos unas tostas con setas con cebolla caramelizada, unas bravas y no algo más en lo que no caigo algo con lo que pensamos sería suficiente pero las raciones eran mínimas en plan delicatesen. Qué rabia que me dió, pero he de reconocer que todo estaba muy bueno y por supuesto no volvimos pues pagar para quedarse con hambre casi no…el Jamón Serrano y la Tortilla de Patata tendrán que esperar.

La noche fue tranquila pese a la visita de nuestro amigo el Kecko, que siempre nos despierta y nos partimos de risa con su sonido tan particular.

Al día siguiente nos embadurnamos de crema solar y nos dimos una buena panzada de playa.

Llegamos a eso de las diez de la mañana y nos fuimos, calentitos, a las cuatro de la tarde.

Que ¿qué hicimos seis horas ahí? Pues disfrutar como enanos.

En la orilla tumbados haciendo el tonto, tirando fotos en el agua, indagando en las someras aguas con las mascaras y el tubo en la cercanía y alquilar un kayak e ir al islote de enfrente a buscar más vida.

Y encontramos vida, mini-peces globo, una bandada de barracudas hambrientas que acechaban a los peces más pequeños hasta cazarlos, cangrejacos por las rocas, peces de mil colores y peces que nos miraban enfadados y venían a mordernos, pero con una cara de cabrones expresivos que no me lo creía. Supusimos que tendrían por ahí a sus huevos o crías y tenía que protegerlas o simplemente que son territoriales.

Llegando a un islote en frente de la playa mientras yo iba en el kayak y Tania buceaba ella me empezó a gritar con el tubo en la boca: “Guan cogre ven a verj ejto”. Di media vuelta, bajé al agua y entre las rocas me señalaba donde debía mirar. No quería mojar mucho la oreja pero al ver a los “Nemos” (peces payaso) en su casita anemolona (anémona molona) no pude evitarlo. Son muy graciosos, muy curiosos y muy miedosos. Salían de la anémona cuando nos veían encima y volvían a entrar, así constantemente, era como un juego.

Si tenías paciencia y estirabas la mano, se acercan hasta que casi los podías tocar. En cada anémona que veíamos nos acercábamos a ver cuantos había y habría una media de tres por casa, “grandes” y pequeños. Qué lástima que la cámara no los sacase tan bien como los veíamos en directo pero al menos sirven de recuerdo.

Amanecimos al día siguiente con una agradable lluvia que refrescó el ambiente por un momento pero la humedad, más tarde, nos dejó pegajosos.

Salimos a dar una vuelta por la playa en la que desembarcamos en busca de la oficina de inmigración para sellar el pasaporte al día siguiente ya que era el último destino de Tailandia en el que estaríamos. Paseando por detrás de la zona turística (la calle “principal”) nos encontramos unas callejuelas metidas entre el bosque por las que sólo vimos gente de allí y en donde encontramos la central eléctrica que abastece a toda la isla y que está bien escondida para que no moleste, ni el humo ni el ruido a la zona farang. De camino a nuestro hotel nos encontramos una mariposa muy quieta a la que le sacó Tania unas cuantas fotos. Desde Nepal hasta aquí hemos visto un montón de mariposas de todo tipo de colores, tamaños y formas en donde las más grandes se posaban y eran fáciles de retratar mientras que las pequeñas no paraban quietas y no hubo forma de sacarles una buena.

Esa misma tarde fuimos otra vez a bucear a la playa del este, pero en el sentido contrario a la que estuvimos la primera vez y fuimos a otro islote donde vimos más de lo mismo pero en donde un montón de ctenóforos nos rozaban y nos tuvimos que salir o al menos quitarnos del sentido de la corriente.

La verdad es que Koh Lipe es una isla preciosa, y que daban ganas de quedarse un mes allí. De hecho ya tenemos pensado otro posible viaje (en cada país surge uno nuevo), y serían otros tantos meses recorriendo todas las islas de Tailandia, y es que tiene una infinidad de ellas y cada una tiene un encanto diferente. Pero era hora de cruzar a otro país un poco más al sur, un poco más musulmán y con unas torres un poco más grandes…Malasia.

5 comentarios

  1. Jose y Marisa

    Aclaración para la Bióloga Marina (vamos a presumir nosotros). Esos «ctenóforos» viven formando el «placton» hasta profundidades de3.000 metros (suponemos que no llegaréis hasta ahí), tienen una mucosa que sirve para capturar presas; hay unas 166 especies (no nos hemos entretenido a contarlas). Se llaman así por ser portadores de «peines» y son animales «diblásticos». SI QUEREIS SABER MÁS BUSCAR EN EL GOOGLE.
    No creais que todo eso lo sabe el padre por ciencia infusa, es que la Wikipedia es una maravilla. En serio, chicos que envídia nos dais, esas playas, esos crepusculos (no me refiero a la saga del cine) ese jamón y esas tapas, esa tortilla de papas… bueno, en eso creo que os damos nosotros más envidia. Pero ya sabeis, cuando querais volver, disfrutareis de todo eso.
    Aprovechad ahora para disfrutar de esas aguas tan tranquilas. Muchos muuuaaakkksss

    • Hans Paytubí

      No os fiéis mucho de la Wikipedia que en muchos casos a llevado a error jejeje de hecho los profesores de Tania siempre les han advertido de ello.
      JAJAJAJA por lo del jamón y la tortilla que en cuanto lleguemos nos pondréis día y noche jajajaja.

      MUUUUUAAAAKSSSS

  2. Marta y Adri

    Qué increíble ver todos esos bichos! Y yo que estaba contenta hoy porque hemos visto en la playa una carabela portuguesa…
    Quiero viajaaaarrr!!
    Cuánto queda para que veamos fotos de surfing? Jeje
    muy buenas las fotos,chicos,como siempre. Besos mil

  3. Roberto

    Que foto de puesta de sol, Juanardo!!! con los pescadores furtivos, la policía detrás 😛

    En vuestro próximo viaje si que van a pesar vuestras maletas, porque voy a ir yo dentro 😀 me voy a comprar un tubo y me vais a enseñar los peces y demás.

    • Hans Paytubí

      JAJAJAJAJA Pues flipa que esa foto no es mia…Tania es mi mejor aprendiz jajajaja. Me gustan sus fotos un montón, tiene otro punto de vista que no había visto, no me refiero sólo a la puesta de sol… los primeros planos, los desenfoques que hace y la fotos abstractas.
      En el próximo viaje compraremos una súper-mochila de dos plazas y media…para ti Yoli y Zoel jajaja que está ya enorme!!!
      Me sorprende que me digas lo de bucear, tú que nunca has sido muy acuático, pero me encantaría enseñarte a bucear…cuando volvamos me voy a sacar los tres títulos que me quedan hasta ser dive master y luego ya hablaremos…MUUUAAAKSSS Y ABRAZOS!!!!

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