Nuestros Viajes

Melaka

Nos bajamos en la última parada, una estación muy sencilla que estaba llena de gente y, para variar, nos atosigaron unos cuantos captadores de clientes para alojamiento.

Cogimos la información de una “Bed and Breackfast” que nos pareció bien y él nos indicó cómo llegar, cogiendo el bus de línea número siete y bajándonos después de ver una torre, o algo así nos dijo, en el barrio de ChinaTown (siempre allí). Al final, el siete no era el bus sino el veinte, y allí conocimos a otros españoles que llevaban también tiempo viajando pero ellos iban dos paradas más adelante.

Otra vez llegando a los sitios de noche… no aprendemos ¿eh? Se bajó también un inglés que iba a otra “Bed…” y nos fuimos con él, pero como su opción no nos gustó decidimos ir a la que habíamos visto al principio y que resultó ser un sitio muy agradable, muy barato y de buen ambiente.

Lo llevaban unos malayos de parientes indios muy majetes y era un edificio de tres plantas. En cada una había un mínimo de tres habitaciones con un baño para compartir y en la primera había una cocina que podíamos usar al igual que un salón enorme muy acogedor, con librería, televisión, Dvd y un montón de películas, todas pirata, porque Asia, es el paraíso de la piratería. Que digo yo, ¿de qué sirve que en España estén tan pesados con este tema si en esta zona puedes conseguirlo todo por un euro?

La primera habitación que nos dieron era en la primera planta, lo cual estaba guay porque era mucho más cómodo para todo y encima teníamos la cocina cerca, pero por otro lado tenía los inconvenientes de estar en la zona de paso de todos y de tener el salón a un paso por lo que en supuesto caso de que se montara alguna mini-cena lo de dormir sería todo una aventura, menos mal que no se dio tal evento. Pero en esa habitación sólo estuvimos una noche. A la mañana siguiente nos cambiaron a la tercera planta a una habitación más grande y con mejores vistas…más que nada porque la primera no tenía más que una ventana, al pasillo. Lo malo de esa planta era que había que subir unos cuantos escalones, y pensaréis: “¡qué perruzos!”, pero es que si hay algo que es muy representativo de esta ciudad, es el calor, que hasta de noche es molesto. Tan sólo el echo de bajar o subir suponía sudar como un cochino.

No suele haber mucha gente por la calle hasta media tarde, pero a media tarde no suele haber mucha gente por la calle. Quiero decir que, la gente sale de casa para ir a uno de los siguientes tres sitios:

 

Uno, a una especie de atracción de feria que consistía en una superficie redonda, acristalada y giratoria que se elevaba subiendo por un “viga” central hasta una buena altura para ver la ciudad desde lo alto. Nos llamó la atención y fuimos con ganas, hasta que se nos quitaron al saber el precio, diez euros cada uno por semejante chorrada. Como que no.

Dos, un mercadillo un tanto extraño en el que vendían de todo y no vendían nada y en el descubrimos la esencia de la expresión “eres un cayo malayo”. Son muy difíciles de ver, o sea feos. Son un popurrí de toda Asia, como si hubieran cogido lo peor de cada sitio pero con identidad propia. Lo único que nos hizo gracia de este mercadillo fue que pasando una noche por delante, vimos a un par de malayos cantando en un karaoke que lo hacían estupendamente mal. Digo estupendamente porque, aunque sonaban como si estuvieran estrangulando a un gato, lo hacían con mucha gracia.

Tres, en un centro comercial. Un día, de los tres que estuvimos allí, salimos a “turistear” un poco a eso de las diez de la mañana, llegamos hasta un barco de vela, del estilo de las Carabelas de Colón, que era un museo y al que no nos apeteció entrar, no hemos visto ningún museo y no lo íbamos a hacer ese día ni en ese lugar. El calor empezó a apretar y buscábamos sombra donde hubiera, hasta la de las cabinas telefónicas.

No era suficiente y de vez en cuando entrabamos en alguna tienda para aprovecharnos de su aire acondicionado.

Después de pasar el parque del calor en el que había, sin explicación lógica, un avión antiguo, una locomotora y alguna otra cosa semejante no recuerdo, entramos en una tienda, que podría ser como el Primark en España es decir cutre y barato. De esa tienda salimos por otra puerta que daba acceso al un centro comercial de piso bajo… mejor dicho de sólo una planta. Era como un mercadillo enorme con aire acondicionado.

Anduvimos por ahí un rato y nos sorprendió lo grande que era. Pero aún nos sorprendió más que de ese centro pasásemos a otro casi sin darnos cuenta. Este centro era alto, subimos en escaleras mecánicas hasta la quinta planta. Vimos un ascensor y quisimos comprobar cuantas más había. Un total de ocho, pero las últimas estaban por construir. Llegamos casi a la altura de la atracción de feria, de modo que vimos la ciudad desde arriba sin gastar. Aún nos quedaban más sorpresas, de ese centro pasamos a otro por una pasarela por encima de la carretera principal y lo que fue ya la “repanocha”, de ese centro pasamos a otro más. Nunca habíamos visto cuatro centros comerciales juntos, unídos y con forma de “U”. Ahí estaban congregados la mayor parte de la población de esa ciudad, y es que tenían de todo, tiendas, restaurantes, pistas de patinaje, acuarios, una especie de zoo que luego resultó ser una tienda de venta de animales y hasta un lugar al que llamamos, “Come-Duerme”. Era un restaurante que tenía butacas para echarte después una siestecilla, la idea no me pareció mal, sobretodo para gente que trabaja lejos de casa, aunque no creo que allí se diera el caso.

Lo que realmente hicimos en este lugar fue descansar, que no nos vino nada mal. Creo que desde que empezamos este periplo hasta este momento, no habíamos parado quietos, salvo algún día suelto de esos diarreicos. También aprovechamos para hacer la colada. Con esto no quiero decir que llevásemos casi tres meses sin lavar nada, no somos tan cerdos…o al menos Tania. El sitio donde dejamos la ropa lo llevaban unos chinos que también tenían un mini-mercado. En el mostrador había un cartel que indicaba que no se hacían responsables del deterioro o del desteñir de la ropa. En ningún otro lado habíamos tenido problema con la lavandería, ¿porqué tendríamos que tenerlo ahora? Al día siguiente, cuando regresamos a casa con la ropa en una bolsa, la saqué para guardarla y se mascó la tragedia. Tania pasó de tener dos camisetas blancas a dos algodones de azúcar, pero no eran dulces precisamente, sino amargos. La culpa fue de un pantalón que compré en la India y de la lavandería, que sospechamos usaron agua caliente. Tania se cabreó un poco, pero gracias a mi capacidad para darle la vuelta a la tortilla, todo quedó en una anécdota “graciosa”. Las camisetas quedaron con un rosa homogéneo, que es mejor que por ronchas, y además podría pasar por una Princesa Disney.

En un principio pensamos coger un barco para pasar a Sumatra, Indonesia y cruzarla en bus, tren o lo que fuera necesario, pero cambiamos de idea al darnos cuenta que no era precisamente pequeña, que las vías del tren no eran muy allá y prefiero no hablar de las carreteras. Así pues, concluimos nuestro problema pillando unos billetes de avión para Jakarta que salía desde el aeropuerto de Kuala Lumpur, nos salió a buen precio y no dudamos, pues nos ahorraríamos unos tres días de dura travesía. Con los billetes ya reservados sólo teníamos que buscar la manera de ir al aeropuerto. Los del hotel nos dijeron que había un autobús directo que se cogía entre dos de los cuatro centros comerciales, pero que antes teníamos que comprar los billetes por ahí cerca. Fuimos a comprarlos pero nos costó encontrarlo y no era de extrañar. La ventanilla de venta de billetes estaba en el interior de un hospital en la zona de urgencias, en frente de un mini-mercado y al lado del bufet libre…¡Hasta la planta baja del hospital parecía un centro comercial! Cuando llegamos la taquilla ya estaba cerrada pero menos mal que el tío estaba por la zona y nos abrió un momento para sacarnos los billetes, un hombre muy simpático que nos explicó exactamente donde se cogía y que no nos preocupásemos que él mañana estaría allí.

Tras pagar la cuenta de la “Bed & Breackfast”, coger un par de películas y sudar un poco hasta la parada de bus, nos encontramos con el señor de la tarde anterior, subimos a un buen autobús y, por una vez, todo fue sobre ruedas aunque saliéramos un pelín tarde. Llegamos al aeropuerto con tiempo de sobra, comimos algo, facturamos y nos subimos al avión que nos dejaría en un par de horas en un destino no planeado y que se convertiría en uno de los dos grandes errores que hemos cometido en este viaje y todo por no llevar los deberes hechos.

1 comentario

  1. Maz

    Chicos, no volváis. Lo digo en serio, la cosa está que crepita!
    Se va a seguir destruyendo empleo durante años y hasta los que votaron al PP se están avergonzando. creo que han incumplido prácticamente todas las promesas electorales, incluso van a acercar a presos de ETA!!!

    Pues eso, que si véis oportunidad por ahí, no lo dudéis.

    Un abrazo desde un sitio donde cada vez cuesta más respirar

    PD: Se va a subir el IVA y a aplicar la ley antiterrorista por hacer una cadena humana!!!

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