El camino de ida fue como todos, bonito. Pasamos al lado de uno de los volcanes de la isla, precioso. Hay una ruta a pie hasta arriba pero son nueve horas y no estaba el cuerpo para muchos trotes.
Amed es un pueblo alargado, cruzado por un estrecha carretera a lo largo de unos cuantos kilómetros a pie de playa.
Es un sitio tranquilo, de alojamientos baratos y si buscas bien, de restaurantes económicos, caseros y buenos. Es un sitio perfecto para descansar y bucear, tanto con snorkel como con botella, pero aunque nos fastidiara bastante no hicimos nada de eso, íbamos a descansar y ponerme bueno del todo.
Los bungalows que encontramos eran nuevos, económicos y los llevaba una balinesa muy maja pero eran de una australiana un tanto estirada. Los tres y únicos bungalows que habían, tenían vistas al mar, una cama grande y un baño “semi” al aire libre. La verdad es que estuvimos muy bien aún estando pocho. El desayuno estaba incluido y además en recepción tenían juegos de mesa como el Scatergories, por supuesto, cayeron un par de partiditas.
Cuando subíamos a dejar las mochilas Tania se fijo en un hombre occidental hospedado ahí, que no paraba de mirarnos descaradamente, especialmente a ella. “¿Porqué narices nos mira este tío? Será capullo” salieron de la boca de Tania estas palabras y yo bromeé con decirle algo. Qué vergüenza cuando nos dijo “Buenos días” a la mañana siguiente. Se llamaba Marc, catalán, con ese nombre por supuesto, resultó ser un tío muy majo. Llevaba seis meses viajando por Asia y este era su último destino antes de pasar a Australia. Hablando un día con él de ambos viajes y experiencias llegamos a una de esas coincidencias tontas, era amigo de la Dive Master de Koh Tao que conocimos allí, al final va a ser cierto eso de estar conectado con todo el mundo a través de seis personas.
Una tarde, mientras jugabamos, Marc nos dijo que acababa de leer en el periódico en la web, que había habido un terremoto de ocho grados a no se cuantos kilómetros de Sumatra y que Indonesia, Tailandia e India estaban en alerta máxima por peligro de tsunami. Nos miramos los tres en silencio y lentamente giramos la cabeza hacia el mar, nos volvimos a mirar y: “Nooo aquí es imposible que llegue, estamos en el lado opuesto, tendría que envolver toda la isla o superar los volcanes para que llegase hasta aquí…” comenté muy seguro de mis palabras. Le preguntamos a la mujer que trabajaba allí y no sabía nada sobre el tema. De todas formas aunque supiéramos que estábamos seguros allí había una mosca rondándonos la oreja y seguimos las noticias escritas a cada momento. Nuestros amigos de Las Palmas, Javi y Unai estaban en Krabi (Tailandia) y ellos si fueron desalojados y puestos a buen recaudo en un sitio alto. Al final no pasó nada pues el terremoto había sido por la fricción de las placas horizontalmente y no vertical, lo que hubiera creado un tsunami importante por la cantidad de agua que hubiera desplazado de abajo arriba. Más tarde hablando con familiares para tranquilizarles (algunos ni se habían enterado) nos dijeron que desde España se había seguido la noticia con un dramatismo excesivo, que habían visto imágenes de Indonesia en la televisión de gente corriendo por las calles, cargando el coche con provisiones y bla bla bla. Suponemos que serían de la zona de Sumatra porque al tiempo volvimos al mismo hotel de Kuta a pie de playa y nadie sabía nada del asunto. De todas formas y gracias a Dios se quedó en una falsa alarma.
Cuando me hube encontrado mejor, fuimos a una playa con la intención de ver un pecio de la Segunda Guerra Mundial, que decían que se podía ver con un simple snorkel.
Lo que fue más difícil era encontrar la playa. Aparcamos y bajamos a una que según nos dijeron era la que andábamos buscando. Las playas en esta parte de Bali están llenas de sus embarcaciones típicas y apenas hay arena para estar tumbados. Como no sabíamos exactamente si era esa, anduvimos un rato y nos encontramos con una pareja extranjera dándose un baño. Me acerqué y les pregunté. Su inglés no era muy bueno pero no supe de donde eran hasta que me giré a Tania y le dije: “No tienen ni idea de donde está el pecio”, “¡Si sois españoles!” exclamaron. Eran valencianos, estaban pasando dos semanas de vacaciones que era lo máximo que les permitía el trabajo y la Semana Santa. Estuvimos hablando con ellos un buen rato; de nuestro viaje y de los suyos, de cómo veíamos todos Bali, coincidiendo en la mayoría, sobretodo en lo pesados y vacilones que son y, por supuesto, de cómo está España. Y ahí se nos fue casi toda la mañana y al final no vimos el pecio. Fuimos a otra playa con esa intención pero daban ya las dos de la tarde.
Tania se metió un poco, pero sin suerte (yo no quería mojar el oído, aún me estaba poniendo las gotas) pero al menos comprobamos que la cámara y su carcasa daban buenos resultados debajo del agua y descubrimos que hay templos hasta en el fondo del mar, vamos que los sumergen y los usan como boyas y aún así le llevan las ofrendas en una cestita que flota.
Después nos fuimos a comer. Menudo sitio que escogimos, nos costó una pasta y comimos una mierda. Me llevé un cabreo del quince pues tan sólo el refresco valía como dos Euros y lo que más rabia me dio fue no haber visto bien los precios, de haberlo sabido no habríamos entrado. Para más inri nos cobraban un suplemente del dieciocho por ciento por tasas del gobierno y servicio, que tampoco estaba detallado en la carta (bueno, la carta eran unas mierdas de pizarras escritas a tiza que no se entendían nada bien). ¡Qué mierdas de tasas del gobierno! Se lo inventan, ponen lo que les sale de las narices, porque si fuesen tasas nacionales nos las cobrarían en todos los comercios y/o restaurantes, pero no era así, en otras partes, como en Kuta, no nos cobraban nada. Me cabreé tanto que hasta Tania se quedó fría: “Nunca te había visto tan así”. De modo que les llamé ladrones a la cara y nos fuimos…no tenía que haberles pagado pero bueno. Tasas del gobierno…no te digo…
Pasaron tres días rápidamente, ya estaba casi bueno del todo aunque tuviera un poco de asma. Pero, ¿recordáis que Tania estaba en una fase volátil de retortijones? Pues en ese mismo momento en el que ya empezábamos a pensar en irnos a Tania le entró la diarrea del viajero, así que decidimos quedarnos unos días más para que estuviéramos los dos bien del todo. Miramos el ir a unas islas vecinas llamadas Gili… no haré chistes al respecto… pero resultaba muy caro y pensamos que desde otro punto de la isla, Padang Bay, sería más barato pues parecía estar más cerca, de modo que cuando ya nos sentíamos bien del todo (tres días más tarde) pagamos la cuenta del alojamiento, nos despedimos de la mujer que trabajaba de sol a sol y que no había salido nunca de ese pueblo por falta de dinero (a saber lo que le pagaba la australiana) y nos fuimos, bueno, también nos despedimos de Marc que se iba de vuelta a Ubud, un pueblo del interior de buena fama y al que más tarde iríamos. Nos dijo donde se alojaba, un sitio BCB.
Los seis días que pasamos en Amed, nos sentaron muy bien, yo me recuperé y Tania soltó todo lo que tenía que soltar. Ahora la idea era tratar de surfear todo lo posible y en cuanto antes, porque según la previsión de olas en unos días volvía a subir la fuerza.
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