La pregunta que os podéis plantear acerca de Koh Tao es: “¿por qué han vuelto a una isla en la que ya han estado?” La respuesta es sencilla, sobre todo para los que ya habéis estado y es que Koh Tao, es una isla increíble… bueno, eso y porque Tania se iba a sacar un par de cursos teóricos de buceo que le faltaban en el mismo sitio en el que estuvimos alojados la otra vez. En el centro de buceo llevado por el madrileño del barrio de San Blas que conocimos la otra vez y que encontraréis en ese programa de la gente de las calles que viaja.
El día antes de salir de Bangkok nos pasamos por Khao San Road en busca de alguna agencia de viaje para comprar los billetes para bajar a esa isla.
Hay veces en las que pienso que el turista es un tanto tonto. La cosa es que llegas a Tailandia y la gente se suele alojar en la zona destinada para los turistas, donde puedes encontrar de todo y los tailandeses lo enfocan hacia a ellos. Pero el problema no está en los tailandeses, ellos lo hacen bien, lo hacen muy bien juntando en una zona de la ciudad a la mayoría de turistas que desean ver lo que “es Tailandia” y encontrando lo que los tailandeses les brindan y donde les hacen ver que es la manera más cómoda de estar en Bangkok.
Nosotros pecamos de ir a una agencia para que nos sacaran el billete de autobús y barco para llegar a Koh Tao por comodidad, bus y barco todo incluido; lo malo es que normalmente es más caro que si vas por transporte ordinario y encima te sientes como si fueses ganado pero las cosas son así, si lo quieres bien y si no pues te buscas la vida.
Nos emplazaron para las seis de la tarde del día siguiente. Tras pasar el día dando vueltas desde que dejamos la habitación a las doce, menos mal que la mujer escotada nos guardó las mochilas hasta que fue la hora, llegamos a la agencia en el barco fluvial todo cargados y esperamos hasta que llegó una mujer que miró nuestro recibo y nos hizo seguirla.
Pasamos por una, dos, tres calles y nos paramos. Nos hizo esperar de nuevo y se fue; al poco llegó con otros tantos guiris y continuamos por la tercera calle hasta la cuarta, quinta y sexta y nos paramos de nuevo. Más gente se unió al grupo y seguimos; séptima, octava, callejón izquierda, callejón derecha y salimos a una calle principal y bien ancha donde esperaban otros tantos turistas sentados por donde pillaban y esquivando los mosquitos que también chupaban la sangre del atolondrado occidental… bueno algún asiático, especialmente chinos, también había con eso de las vacaciones por el fin de año chino; aunque ellos suelen viajar a parte del resto de turistas, todos juntos con sus mascarillas y sus temores al contacto físico.
El olor a repelente de mosquito empezó a inundar la zona ahuyentando a los chupa sangres. Ese y el olor a cerveza son lo más característico del mochilero por estos lugares. Mires a donde mires, vayas donde vayas, siempre verás a alguien con una Singha o una Chang en la mano (marcas de cerveza). Poco falta para que lleguen los argentinos de la Plaza de la Música de Las Palmas con su: “Servesita fría un euro” para reventar el mercado.
Cuando he dicho que nos tratan como a ganado es porque cuando ya está todo el rebaño reunido por los perrillos pastores, los de las agencias Tai, se marca a la res con una pegatina del destino al que vas y nos van metiendo en un autobús bastante peculiar y del que dicen que son muy cómodos.
El viaje es un paliza. A las cinco horas ya no sabes cómo ponerte, de hecho no sabes si tus piernas son tuyas o las de otro. Al menos esta vez nos pusieron una película para amenizar el camino; la pena fue que no le dieron volumen para no despertar a los que sí dormían y además la pusieron desde la mitad… para engancharnos… creo yo que se había quedado a mitad de peli el conductor y aprovechó para acabarla.
A las seis horas y unos cuantos minutos, hicimos una pausa en un área de servicio grande donde había muchas cosas que comprar y la mayoría muy apetecibles.
Nos costó decidirnos por la cantidad de cosas que había
pero nos aventuramos por las golosinas del lugar, con una especie de Lacasitos que no nos gustaron mucho, y unas gelatinas pequeñas y de colores muy buenas.
El suministro dulce era espectacular, hasta encontramos algo que sólo he sabido que se hace en España, el huevo hilado, aunque no compramos, habría sido gula con alevosía.
De nuevo en carretera me quité las botas, recliné el respaldo, subí el pie derecho encima del asiento y la pierna izquierda la estiré como pude, el brazo derecho lo pasé por detrás de la cabeza y el izquierdo me sobraba así que lo dejé colgando y conseguí dar una larga cabezada, tres minutos. Traté de ponerme en posición fetal, pero el reposabrazos acabó en un sitio que es orificio de salida y no era cómodo. “Mira a Tania a ver cómo consigue dormir” pensé y al girarme la vi apoyada en el cristal con una pierna detrás del cuello, la espalda retorcida y los brazos como un ocho. No parecía muy cómoda, pero al menos estaba durmiendo. Seguí intentado buscar la postura perfecta, de hecho creo que podría escribir el Kamasutra de las posturas para dormir en un bus…
Llegamos ya sin las mochilas a las cálidas aguas de Koh Tao que acariciaban nuestros pies cansados. El mecer de las olas nos relajaba hasta solo desear estar tumbados en esa arena caliente bajo el sol.
Cambiar el frio de España por el calor Tailandés era como un sueño.
Cuando ya nos hubimos relajado del todo y el calor empezaba a hacer meya, lentamente nos metimos en el agua hasta quedar flotando en ese mar cristalino…
¡¡KOH TAO!! ¡¡KOH TAO!! ¡¡KOH TAO!!
Los gritos de un par de tailandeses despertaron amargamente a todos los del autobús. Pero pese a decir el nombre de la isla, obviamente, no habíamos llegado a nuestro destino, si no al pueblo desde el cual cogeríamos un barco hasta allí un par de horas más tarde.
La postura con la que había conseguido conciliar el sueño no es que fuera cómoda pero el cansancio pudo más que aquel, por lo menos para mi, incomodo asiento. Al tratar de moverme me tuve que encajar el hombro, colocar la cadera y creo que ha sido la primera vez que me he visto la espalda sin espejo. Claramente exagero para hacerlo más divertido pero, al menos yo, no me pude acoplar bien.
Bajamos en una agencia de viajes cerrada en mitad de una calle ancha a las cinco y algo de la mañana y había más turistas sentados en el suelo con cara de sueño esperando a que llegara alguien para llevarnos, en grupos reducidos, hasta el embarcadero en una camioneta. Una vez en el embarcadero volvimos a esperar hasta las siete para embarcar.
Hay una cosa que me molesta de ciertos turistas que se quejan del trato que reciben cuando viajan por estos países de Buda. Pretenden tener las mismas facilidades y el mismo trato que tienen cuando se mueven por sus respectivos países pero claro, pagando los precios de aquí y eso, a mi entender, no tiene ningún sentido. Damas y caballeros estamos en Tailandia.
El viaje fue: Bangkok-Chumphon; setecientos kilómetros en bus. Chumphon-Koh Tao; “nosecuantos” kilómetros en barco, veintitrés euros por persona… Busca algo parecido en España y que no acabes tan hecho polvo como aquí.
El barco zarpó. Tres horas y algo después se paró en frente de la isla y nos abarloamos a otro barco sin saber muy bien por qué. Cambiamos de uno a otro, con la diversión que eso conlleva, me encantan este tipo de cosas, y nos acercaron a la orilla.
Como el barco se retrasó con lo del cambio, el taxista que nos había mandado el del centro de buceo ya no estaba. Bueno a decir verdad, de esto no teníamos ni idea en ese momento, nos enteramos después cuando llegamos y hablamos con él. Contactamos con el madrileño por las redes sociales y justo antes de salir, cuando nos dijeron la supuesta hora de llegada, le informamos de ello, él nos contestó pero no teníamos ya acceso a internet. De todas formas llegamos en un taxi que pillamos allí y ya nos sorprendieron unos cuantos cambios. El precio del taxi ya estaba fijado para todos los taxistas, dependiendo de si ibas a un lado u otro. La otra vez pudimos negociar.
En estos tres años hemos visto una crecida considerable de la isla en cuestión hotelera y en el incremento de turistas. Hay un dicho que no sé exactamente cómo es pero viene a decir que: “si en un sitio se juntan dos turistas, al año que viene habrá un hotel” y damos, creo que todos lo hacemos, fe de ello.
Al final, tras 17 horas de trayecto, llegamos y por no repetirme, os emplazo de nuevo a releer ocho párrafos más arriba, justo antes de los gritos de los tailandeses que, pese a ser parte de un sueño, este, se hizo realidad.
Tania!! Qué guapa en la foto!!! Muy divertido y…ya sé que me repito pero…preciosas las fotos. Besssss
Después de este viaje podéis dedicaros a contorsionistas, creemos que lo pagan bien en los circos. Tenéis la ventaja de que al ir dos, podéis ayudaros a colocar brazos y piernas en su lugar. Claro que pasa como en los partos: duele pero cuando ves a tu hijo se te olvida todo lo demás. Es una pena que la afluencia de turistas acabe convirtiendo el encanto del lugar en un nuevo «Benidorm», con hoteles por doquier, transformando el bucólico paisaje.
Bueno, aprovecharos de que eso no ha ocurrido todavía y disfrutar de las maravillas del lugar.
Muchos besos para los dos y hasta pronto.
Jajaja me encanta eso de señores y señoras estamos en Tailandia…oye tu por ahí lo de alquilar un coche es chungo no? al menos para conducir…jajaja conducir ahí debe ser de pesadilla tu como lo ves?
lo del bus te entiendo y recuerdo viajes con animatur muy parecidos dos veces mas caros…y que nadie se queje porque cuando se jubilen y viajen con el imserso les harán un tanto de lo mismo (pero mas caro) la gente quiere ser el rey: que lo traten como tal y no pagar nada ni a nadie. jajaja
Goya!!! pues mira que lo hemos pensado, lo de alquilar un coche. No lo hacemos, no por saber cómo conducen aquí o porque tienen el volante al otro lado, si no por el precio, siempre nos saldrá más barato y «más cómodo» por transporte… a parte no tengo carnet internacional… bueno, no sé si hace falta, pero prefiero no liarla jajajajaja.