Daban ya las ocho y media de la tarde, noche profunda ya en esta nueva tierra que nos acogía con los brazos abiertos. Mientras nos bajaban del techo del autobús nuestro equipaje, buscábamos un taxi para que nos llevara al barrio de Thamel. Dicho barrio, para turistas, no distaba mucho de la estación de bus pero las entrelazadas calles nos dieron la impresión de que no era así. Llegamos a un hotel que escogimos de la guía en la cual lo ponían muy bien y no era de extrañar, lo malo fue que, uno, las habitaciones más baratas (siete euros por noche) no tenían cuarto de baño propio y había que compartirlo con otras seis habitaciones más, dos, eran bastante pequeñas y tres, no quedaba ninguna libre. De todas formas en esa misma calle había un sin fin de posibles candidatos a mejor elección hotelera y tras ver tres, encontramos una Guest House de nueve euros, con baño, espaciosa y libre. Por cierto, no se si os he hablado de cómo son los baños de India y Nepal, pues bien, los de los hoteles que hemos frecuentado suelen ser pequeños, con su retrete, espejo y lavabo, hasta ahí todo bien, lo curioso, es la ducha en cuestión, que no hay ni bañera ni plato de ducha ni mucho menos cortinas, si no tan sólo un sumidero en el suelo y sus respectivos grifos en la pared con su alcachofa de ducha y (en India) un cubo grande y otro más pequeño. La idea es buena porque mientras te duchas puedes limpiar, ya que al ducharte mojas hasta el último rincón del baño pero tienes que acordarte de sacar el papel higiénico si no quieres tener que ponerlo al sol. Con los cubos están se duchan, llenando el grande en un grifo bajo y cogiendo agua con el pequeño para echársela por encima. El problema de los toilettes es que cuando estás fuera de un hotel te topas con un sistema de urinario y “defecario” que creía en desuso, el famoso agujero con la zona marcada para cada pie, en el que me pregunto: “si es el sistema usado en las casas en estos países, ¿porqué me encuentro siempre toñas en todos lados excepto en el agujero?” supongo que la respuesta está en los extranjeros. Que digo yo, que en lugar de hacerlo del tamaño de un vaso de tubo, ¿porqué no hacerlo del tamaño de un cubo de fregona? Así sería más fácil acertar y si alguien falla es que es un autentico negado para el cagado.
Aquella noche salimos a cenar y nos encontramos un panorama bastante diferente al que nos habíamos acostumbrado. Cuando caía el sol, los restaurantes ofrecían música en vivo, shishas de “sólo” tabaco, cervezas y cócteles. Mientras tocaba un grupo de rock, Tania y yo cenábamos y Nicolás fumaba una shisha de frutas, menos mal que el humo de shisha nos es tan fuerte como el del tabaco normal porque con el asma que tenía no hubiese aguantado mucho tiempo ahí.
El asma me acompañó la mayor parte de la estancia en Kathmandú, pero sobretodo por las noches, ya que el hotel (todos en realidad) tienen el suelo con moqueta y mantas tibetanas de lana de yak (es broma, son mantas normales para los años setenta). No había noche que no me tomara el Ventolín. Todas las mañanas hacíamos concierto de trompetas para liberar las vías respiratorias ya que Tania también empezaba a estar un poco resfriada y finalmente tuvo que pasar un día entero en cama para descansar como es debido.
Al salir a dar una vuelta la siguiente mañana a nuestra llegada, alucinamos con la cantidad de bazares que había por las calles, con la aparición de panaderías y con el descubrimiento del supermercado, en donde pudimos encontrar de todo y nos alegramos de poder comernos un bocadillo de atún con olivas que nos supieron de vicio, de hecho comimos unas tres veces. Nos encantó ver como las calles estaban limpias, aunque seguíamos sin ver papeleras, de no ver tantos coches y los que veíamos sólo eran taxis, ni siquiera se ven aparcados, es más, si algún taxi sin pasajero paraba más de la cuenta, aparecía un policía y le hacía circular.
En Nepal el valor de las cosas es mayor que en la India. Aunque el euro valga más (102,48 rupias nepalíes cuando llegamos allí), el precio de los productos está más a la par con occidente y, en según qué lugar, te puedes encontrar un té por 150 Rs (1,5 € aprox.) y la lata de atún 265 Rs (2,65 € aprox) por poner un par de ejemplos, pero también nos hemos gastado 500 Rs en comer los dos, simplemente hay que mirar antes de pedir.
En cuanto salimos del barrio de Thamel nos dimos cuenta de lo turístico que era. Ya no se veían tantos bares-restaurantes con música en directo, con comida occidental (desde pasta hasta burritos pasando por el mítico fish & chips de Inglaterra) y con roof-tops llenos de plantas y luces, si no que encontrábamos típicos sitios nepalíes, sitios en los que no entrarías ni borracho por su apariencia sucia y por la inexistencia de un control sanitario de la comida. Los pollos muertos colgaban de unos ganchos de la entrada a la “pollería” expuestos al circular de los coches (que aquí si que habían) y del polvo que levantaban de la carretera. Las bicicletas, los ciclo-rikshaws y los nepalíes se duplicaban llegando a ser un poco complicado caminar por esas calles, pero que tenían un encanto increíble. En cada esquina, rincón o recoveco te encontrabas con algún templo, alguna figura de algún Dios o alguna escultura que podrían tener dos cientos años de antigüedad, pero es que tienen tanto de todo eso que no saben ni qué hacer con ello y los puedes ver tanto muy cuidados como abandonados y rodeados de basura. Hablando de basura, en los barrios vecinos tampoco vimos basura en exceso, pero tampoco ninguna papelera. Una noche nos topamos un camión de recogida de basura pero aunque nos picara la curiosidad de qué hacían con ella tampoco preguntamos. La respuesta a tal misterio la encontramos un día que Tania y yo, ya un poco mejor de lo nuestro, salimos a ver el templo de Swayanbhunath y de camino cruzamos un puente de hierro que pasaba por un río… lleno de mierda, se ve que todo va a parar ahí, una pena la verdad pero son sus formas de hacer las cosas, suponemos que con el tiempo irá a mejor.
El templo de Swayanbhunath (al que llamo, amistosamente, el rompe-piernas) se encuentra sobre una pequeña colina (lo de pequeña es un decir) al que llegas tras veinte minutos de paseo, que medio resfriada y con asma se hicieron cuarenta, y subir te encuentras con un tramo de escaleras tras otro hasta donde se pierde la vista. Yo eché la mano al bolsillo, el “asmatron” estaba ahí, Tania la echó al suyo, los paquetes de Kleenex estaban ahí, estábamos preparados para nuestro desafío extremo. Empezamos a subir, los primeros tramos nos los comimos con patatas mientras mirábamos los puestos, hacíamos fotos a las diversas imágenes en piedra de los hijos de Shiva, Ganesha y Kumar, o nos reíamos con la cantidad de macacos (a los que yo llamo, amistosamente, monos cabrones), que había por los jardines que delimitaban las escaleras (por eso también es conocido este templo, como el de los Monos). El problema gordo llegó en el tramo final, donde las escaleras, irregulares, resbaladizas y redondeadas se empinaban de tal manera que hasta “daba vértigo”.
Empezamos a subir poco a poco y se nos hizo eterno. A mitad de camino había una familia de nepalíes sentados en las escaleras con los niños desnudos y muy sucios que nos pidieron limosna. La verdad es que da penilla verles pero en muchos sitios nos han recomendado que no se les dé porque si no aparecerán más cuando volvamos a bajar y que puede ser agobiante. Exhaustos, llegamos a la cima y nos “atracaron”, es decir, llegamos a la taquilla, cosa que nos tocó bastante la moral, y nos cobraron 250 Rs. Sé que podemos parecer unos ratillas pero es que sólo se cobra a los turistas y en todos lados y llega a quitarte las ganas de ver las cosas y jode aún más cuando hablando con gente de allí alucinan con el precio, se ve que lo normal son 50 Rs por persona o que, en ese templo en concreto, se puede entrar por un camino trasero que no tiene taquilla y pasas gratis. Independientemente de este suceso, el templo es alucinante. En el centro se alza una estupa enorme (un tipo de arquitectura budista que se usa para contener reliquias), la base es una cúpula blanca y amarilla y encima se alza una especie de torre dorada (o de oro) de trece niveles (los trece niveles del conocimiento que conducen al nirvana) sobre un cuadrado de ladrillo también dorado en donde se encuentran dibujados, por los cuatro lados, los ojos de Buda, símbolo de larga vida. Entre los ojos se encuentra lo que podría ser la nariz, pero en realidad es el número uno, que en nepalí, es parecido a nuestro 9 y que en este caso significa “la unidad divina”. En la cima de la montaña, aparte de la gran estupa, se encuentran tiendas (como en todos lados), restaurantes (de comida nepalí), hostales (te quedas ahí y como para que se te olvide comprar el pan), un monasterio tibetano (que es muy bonito y en donde vimos un tibetano encendiendo un sin fin de velas que daban un calor muy agradable), un museo (que estaba en reformas) un templo (con la representación en dorado y en una gran vitrina una figura de Budha, Shiva y Kumar). Es un sitio que además brinda una panorámica de toda la ciudad increíble.
Nico, con el que estuvimos poco tiempo porque sólo se quedó cuatro días y de los cuales, dos, se pasó de compras y buscando el mejor precio para hacerse un safari en elefante por Chitwan (Parque Nacional al sur de Nepal) que deseaba con locura, se vino con nosotros a dar una vuelta a buscar otra agencia de viaje y nos encontramos con una tienda de venta de cosas típicas de Nepal, como los cuencos tibetanos, y hablando con el dependiente, Shyam, (que habla inglés, nepalí, español, francés, chino y no recuerdo si también japonés, lo que hace tener una tienda) nos empezó a hablar del arte de Nepal y nos llevó a su otra tienda, en frente, de mandalas.
La palabra mandala proviene del sánscrito y significa círculo sagrado. Los diseñadores de mandalas son los propios monjes, que los realizan buscando la protección contra las fuerzas malévolas de la naturaleza, también sirven para la meditación, concentración, activación de la energía positiva y para canalizar energías cósmicas y psiquicas. En ellos se incluyen mantras (rezos), se suele diseñar en el suelo y se rellenan con polvo de colores, una vez acabados se borran. Con el tiempo se han ido comercializando y pasando a ser coloreados por monjes o estudiantes de arte sobre láminas de algodón.
Shyam resultó ser un tío muy agradable con el que estuvimos hablando un buen rato sobre temas muy variados, entre ellos, las castas. En Nepal hay un montón de etnias, como la de los Ghorkas (los guerreros), los Serpas (los porteadores), los Newari (los comerciantes) y bastantes más. Él pertenecía a los Newaris y era de los buenos, nos sacó un par de pequeños mandalas a nosotros y a Nico ni te cuento mientras nos invitaba a un té con leche y seguía respondiendo a preguntas. Dentro de cada etnias estaban las castas. La mujer estaba mucho más integrada que en la India, tienen cargos de responsabilidad, visten con pantalones y hasta las hemos visto trabajando en la obra. Y así pasaron un par de horas hablando, en español-inglés, y cuando ya estábamos por irnos le comenté que nosotros pasaríamos al día siguiente, sábado, para recoger los mandalas y hablar acerca de los billetes de Kathmandú-Tailandia ya que él tenía un amigo con una agencia de viajes, pero no estaría allí porque tenía una boda. ¡¡¡Una boda nepalí!!! Podría ser muy interesante ir a una, así que, echándole morro le pregunté que si podíamos ir. Él me miró sorprendido aunque recordó que durante la conversación le había comentado que era fotógrafo y le pareció que sería una buena idea que fuese y tirase unas fotos, pero que tenía que preguntárselo a su amigo, que nos pasáramos a la tarde y nos decía algo al respecto. Nos fuimos a comer y esperamos ansiosos la llegada de la tarde para saber la respuesta. Algo aprendimos de esto, que hay que echarle morro al asunto, el no, lo tenemos desde el principio, sólo hay que esperar una respuesta afirmativa.
Jajajajajajaa es que me parto con tus relatos!!!
Petición popular: Frases más cortas, que me da hasta pereza… jejeje
Un abrazo
Hola chicos! Que bueno saber de vosotros! Esta mañana mandè un sms al tf de Tania,no sé si os llegó…les acabo de leer a los papis y a Adri vuestra última peripecia y nos hemos reido un rato,ahora se han ido en taxi porque el peque estaba perretoso así que estoy escribiendo con una mano y con la otra dando un masajito en su tripita mientras va soltando pedetes. Lo del water con agujero sigue siendo una experiencia…ese momento en el que abres la puerta del baño y te encuentras con…nada! No hay nada + triste, por cierto,en Francia es muy habitual y los hay con sensor de movimiento que echan agua según te mueves! Jeje estos franceses…
Bueno,cómo van los catarrines? Cuál es el prox destino? Y las montañas? Y lo más importante…q pasó con la boda nepalí? Mil besetds
Que grande Juanardas!!!
Si lo que estas viendo necesita un mantenimiento o un cuidado especial yo veo normal que tengas que pagar y casi me gusta si con ello contribuyo a siga estando bien. Lo malo es cuando pagas y luego es un centro comercial sin nada auténtico (que no digo que sea el caso).
Estoy seguro que poco a poco conseguiréis acertar en el baso de tubo.
Ya hemos vuelto de Lanzarote y nos hemos encontrado con la sorpresa de muchas entradas y ¡¡con fotos!!. Nos encanta leer vuestras aventuras por esos mundos de Dios. Es como ver uno de esos documentales en los que el narrador es un tipo simpático que te cuenta las cosas con humor. Seguid poniendolos en el blog y cuando volvais podreis hacer un libro de viajes estupendo.
Otra cosa, damos fe de que teneis un sobrino muy majo. En los últimos días ya empezó a sonreir el solito, sin que le dijeramos nada y daban ganas de comerselo. (comentario de papá: «vuelta y vuelta»).
Se nota que son primerizos y están muy pendientes del niño pero están aprendiendo.
Bueno, lo dicho, esperamos la continuación y que vuestra salud vaya mejorando.
Muchos MMMMUUUUAAAAKKKKSSSS
Tio como que estas todavia malo del asma? La cosa seria parar un poco y descansar, no? Pero supongo que si estas de viaje viendo cosas increibles cada dia ni ganas de parar…
No hagas caso de los que te digan que acortes, sigue relatando asi que me parto el culo de risa y me meto en el papel a muerte jejejeje
ni te imaginas las ganas de viajar que me entran leyendo vuestras aventuras… Ah, y ya tengo decidido mi viaje, al final no es australia, new zealand e indo… sino brazil, argentina y chile, que me cuadra muxo mas! ya te contare
por cierto, aora me voy en marzo una semana a las palmas a ver a la family y amigos y t juro q no puedo imaginarme como sera ir para alla y no verles. Con quien me pegare los madrugones pa llegar ala playa y que este plato? pq el rubio todavia no conoce la palabra madrugar… jajaja
Pasenlo bien y mejorense rapido! Un abrazo enorme!!
que curioso eso de los 13 niveles de la sabiduría aquí el 13 trae mala suerte…se ve que eso de ser un sabelotodo no está muy bien visto…jejeje.
por cierto sobre el baño os diré…que quién «tubo» re»tubo» y ahí queda el satri y el niño que cruzo las letrinas de hoyo a hoyo para rescatar una diadema de su amada aun vive…muchos dicen que nada te mata del todo, o mas conocido es el de lo que no mata, engorda o te hace crecer, claro que aun mejor es el que dice mierda pal correo que va y viene y lo digo porque yo se lo kago y kago bien. En fin un millón de chorradas que no tienen na que ver y respecto a las frases y su longitud, si crees que hay que acortarlas envía corta al 55775…
muchos besos y ya sabes para el asma paseos a las 4 de la madrugada cerca del rio recitando eso de haz lo que te digo Guadalupe, no me da la gana Guadarrama…supongo que eso de leer y responder a la 1 de la madrugada me da licencia para «chorrar»- yo chorro tu chorras el chorra… (si es que existe algún verbo para el «decir chorradas») Es un gusto usar el pc tranquila sin nadie que te quite el teclao (me refiero Emma) besos que paso a la siguiente entrada…ya veremos mañana como estaré a las 7 de la mañana cuando se despierta la «moquete».